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Nueve

enero 15th, 2010 by carplaes

Sentado en la cafetería, donde todo empezó. Me encuentro repasando todas las notas que he ido tomando del caso de Irene mientras tomo un café. Este rompecabezas no parece encajar de ninguna manera. En el bar sacacorchos, la otra noche conocí al tal Toni, solo que aún no sabía que era el y desde entonces nadie, ni Javier ni ninguno de sus chicos de la policía han averiguado algo sobre su paradero. Irene es todo un enigma, se que esconde algo, un pasado oscuro y que de alguna manera está implicada directamente en el caso. Aunque por ahora no hay manera de demostrarlo. El yonki muerto, sin duda, un desperdicio de la sociedad ¿Qué motivos tendría para intentar agredir a Irene? Realmente, este tipo no encaja como amistad de una profesora de universidad. Además, según los informes, este chaval siempre estaba metido en problemas con los traficantes, lo más seguro es que  estaría haciendo el trabajo sucio de alguien a quien le debía dinero.

Este parece que será uno caso sin resolver, a menos que alguno a los que este tipo de casos nos quita el sueño, tengamos un golpe de suerte y consigamos una pista para poder atar todos los cabos sueltos. De pronto, alguien me coge por detrás el hombro.

– Hola Marc.- Me llama una voz de mujer que me resulta familiar

Una mezcla de curiosidad y nerviosismo me impulsa a girarme rápidamente. – Ho ho hola.- Tartamudeo. Es ella, Karen, no lo puedo creer, mi ex mujer. Después de tantos años sigue igual. De pronto miles de preguntas se amontonan en mi cabeza, tropiezan entre si mientras pelean por ser la primera frase que salga de mi boca.

– ¿Qué tal te va Marc? He visto en el periódico de tu amigo Jaime que has vuelto a las andadas. Prácticamente desde que me fui no he visto que publicaras nada.

– Uno intenta cambiar, pero no es fácil. Uno es quien es, lo quiera o no. Siempre seré el reportero obstinado que conociste. ¿Qué tal tu vida? ¿Dónde has estado durante todo este tiempo?

– Cuando te dejé me fui a vivir a Madrid. Desde entonces he estado trabajando como ilustradora para un editorial. No es lo mismo que pintar cuadros pero lo pagan muy bien.

– Eso está bien, aunque, la pregunta más importante es: ¿Qué haces aquí?

– Un cliente de la editorial vive por aquí cerca y hemos quedado en reunirnos en esta cafetería para discutir los detalles de las ilustraciones de su último libro.

– Entonces, el hecho de que nos hayamos encontrado aquí es una casualidad. Esto es como uno de esos senderos que se bifurcan.

– ¿Senderos que se bifurcan? Tantos años y sigo sin entenderte.

– ¿Puedo invitarte a un café?

– Mi cliente está al caer y esto me llevará un buen rato. Pero que te parece si esta tarde nos vemos en el parque donde solíamos ir cuando éramos jóvenes. Podríamos dar una vuelta por ahí y más tarde ir a cenar. Así podemos hablar sobre estos últimos años o sobre los viejos tiempos.

– Me gusta la idea de hablar de los viejos tiempos. Nos vemos en el parque. ¿A las cinco te va bien?

– Perfecto, ahí nos vemos.

Mi cabeza es un hervidero de pensamientos, ¿porqué a aparecido Karen?, ¿porqué ahora? Después de tanto tiempo. La he echado tanto de menos durante todo este tiempo. Estoy nervioso como un adolescente en su primera cita. Quiero volverla a ver, abrazarla, besarla, volver a notar su olor. Cuando me abandono, solo me quedo su olor impregnado en las sabanas y fui incapaz de cambiarlas durante varias semanas. Tenía medio perder su olor porque era lo que más me recordaba a ella.

Llego temprano al parque, estoy impaciente. Aún falta un cuarto de hora para que sean las cinco. Mientras la espero paseo por el parque. Me quedo distraído viendo como una niña juega. La escena me recuerda a aquella niña de la foto que días antes me trajo tantos recuerdos. Cuando levanto la mirada, no lo puedo creer, maldita sea mi suerte. Junto a unas secuoyas está Irene hablando con Toni el tipo de la chaqueta de cuero. Parece que están discutiendo. Toni hace unos gestos con las manos, parece que está diciendo a Irene que le siga. De pronto se alejan a pié de los árboles. Son las 4:59. Karen estará al caer, no puedo perder la oportunidad.

Una persona no puede cambiar, tengo que seguirlos, ahora todo encaja. Justo cuando paso junto a las secuoyas leo en una de ellas:

“Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como el pasto del rocío.”

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