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Ocho
diciembre 29th, 2009 by carplaes
Javi no tardó en llamarme para decirme lo que habían averiguado sobre el fiambre: se llamaba Ricardo Rodriguez, se trataba de un yonki ya conocido por la policía. Los análisis de los forenses decían que en el momento de su muerte debía de estar de cocaína hasta las cejas. Además tenía un largo historial delictivo, al parecer siempre estaba metido en algún lío por temas de droga.
– Van a cerrar el caso- me dice Javi. – A mis jefes no les interesa investigar quién mato a un yonki de poca monta. Dicen que es malgastar el dinero.
– En eso coincido con tus jefes. Pero, estarás de acuerdo conmigo que detrás de la muerte del yonki hay algo más. Sabes tan bien como yo que ese tipo pretendía matar a Irene a toda costa. Estoy seguro que Ricardo sería un mandado, tu mismo lo has dicho, siempre estaba metido en algún lío.
– Tienes razón, pero mis jefes no piensan lo mismo, dicen que se trata de un caso aislado, seguramente el tío iría tan ciego de coca que no sabría ni lo que hacía. De todas formas, te ayudaré con la investigación.
Después de nuestra conversación, Javi me dio toda la información relacionada con Ricardo Rodríguez. Por lo visto, este tipo no era ningún santo. En la documentación se hacia referencia al bar Sacacorchos, al parecer se trata de un tugurio que Ricardo solía frecuentar además de ser conocido por albergar a lo mejorcito de cada casa. Este sería un buen lugar donde empezar a investigar.
El bar sacacorchos se encontraba a las afueras de la ciudad. Los informes no mentían, sin duda se trataba de un verdadero antro de mala muerte. Las inmediaciones estaban repletas de prostitutas que ofrecían sus servicios a cualquiera que pasaba por ahí. A medida que me acercaba a la entrada del bar podía ver cómo los yonkis se metían mierda en su cuerpo. Junto a la entrada, sentado en el suelo apoyado en un coche había un tipo medio inconsciente con una jeringuilla colgando de su brazo.
Justo en la entrada del tugurio tropiezo con un tipo que salía con bastante prisa del bar. – gilipollas, a ver si miras por donde andas.- me grita, seguidamente el tipo sigue maldiciendo en voz baja, se pone una cazadora de cuero con un águila en la espalda, sube a una moto y se va derrapando. – Tengo que tener cuidado.- me digo a mí mismo.
Una vez dentro del bar, después de registrar todo el lugar con la mirada me dirijo a la barra, me siento en un taburete y pido una cerveza. Cuando el camarero me la sirve, haciéndome el tonto le pregunto:
– Oye, sabes si anda por aquí Ricardo Rodríguez, es un viejo amigo.
El camarero, me mira con cara de pocos amigos y me dice:- Amigo, Ricardo esta muerto, alguien le dio matarile hace unos días.-
– No puede ser.- le digo.- Hace unos día me llamo. Me dijo que estaba metido en un lío muy importante y que necesitaba mi ayuda. El mismo me cito aquí.
– Ricardo siempre estaba metido en algún lío, uno al final ya no sabía con quién tenía problemas ese chaval. Aunque si te interesa, últimamente siempre hablaba con Toni.
– ¿Está Toni aquí?- Pregunto.
– Justo se ha ido hace nada, tenía que ocuparse de unos asuntillos, ya sabes. Pero volverá más tarde. Le reconocerás fácilmente cuando llegue, lleva una cazadora de cuero con un águila en la espalda.
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