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¿Hiperficción?
diciembre 12th, 2009 by amarge
El frío y la tensión congelan mis manos a cada paso, mis ojos prestan atención a los árboles de esta calle y mis labios no dejan de repetirme lo tonta que soy, lo tonta que fui. La puerta de la facultad está terriblemente franqueada por un incontable número de personas nerviosas, de esas que hablan por hablar, de esas que te interrogan, de esas que te critican, de esas que odio con todas mis fuerzas.
Sin darme cuenta de si mi cuerpo daña o molesta a alguno de esos histéricos caprichosos sedientos de sangre, consigo romper la barrera que me separa de la realidad. Inconscientemente, subo al despacho donde no hace mucho volví a recordar que en un momento de mi vida estuve a punto de volverme loca, al lugar que me hizo volver a sentir que en breve la locura se apoderaría de mí. Aquello es peor que una de esas películas americanas de crímenes sin resolver en las que el malo, tras darse por muerto, abre predeciblemente los ojos y persigue a la chica, cuchillo en mano, con intenciones poco dudosas.
Pero esto, por desgracia, no es una hiperficción. Es la cruda realidad: el muerto está ahí tirado y nunca más abrirá sus ojos, el abrecartas que se hundió en su cuerpo sigue presente, y también presente en mi memoria los golpes psicológicos que se llevaron de un plumazo la vida de mi madre, que me la arrebataron delante de mis ojos nublados de lágrimas.
Los policías están hablando con el Sr. Landow, el decano. Ese hombre es tan fantástico que me reconforta escuchar su voz a lo lejos, hablando de su mundo particular. Siempre es fascinante. ¡Ojala yo fuera como él y pudiera vivir en una fantasía de la que despertara cuando quisiera! Pero no es posible. O quizás sí. Saco de mi bolsillo esa ficha del Orfanato Santa María con la foto del bebe. La miro detenidamente… ¿y si mis sospechas fueran ciertas y esta niña fuera yo? Sería como despertar de repente de una realidad en la que siempre he vivido y darme cuenta de que soy otra persona. La historia de mis padres me destrozó por completo. Y ahora ya no sé ni siquiera si son mis padres biológicos.
Pasado un tiempo, veo a Irene llegar por las escaleras. Aparenta no saber nada del crimen, parece que no va a inculparse, y yo tampoco diré nada de lo que vi. A fin de cuentas, no es la primera vez que decido callar ante una muerte. Sigo observándolo todo desde una esquina, donde casi nadie me ve, sólo el Sr. Landow, que no hablará de mi presencia. Suena mi móvil.
-Ana, ¿qué demonios ha pasado en la facultad? –dice Silvia-
-Parece que ha habido un asesinato en el despacho de mi profesora Irene, la de la cafetería.
-¡Dios mío! Llegaré en breve, debo intentar enterarme de lo que pasa –dice nerviosa-
-Esto está lleno de gente, entre ellos tu amigo Javier. –le informo-
-Bien, bien…estoy llegando.
Esto se está complicando mucho, tengo miedo. Miro a Javier y lo encuentro con una foto en la mano, la reconozco, es la foto que le di. Con todo lo que ha pasado lo había olvidado…
Posted in General | | | 2 Comments
on diciembre 21st, 2009 at 12:18 pm
La verdad es que es un relato que al leerlo se te ponen los pelos de punta. Yo creo que la asesina es Ana 🙂 Otras cosa que me ha hecho reflexionar es qué haría si mis padres me dijeran un día que soy adoptada, que me han estado engañando para portegerme. tendría que reflexionar acerca de ello. Pero seguiria queriéndolos igual por todas las cosas y el amor que me han dado.
Sonia V.
on enero 4th, 2010 at 1:27 am
XDDDDDDDDDDD
Si mis padres me dijeran que soy adoptada, respiraría aliviada 😛